22 abr 2010

"Diogenes" por ZeroAnodino, París 2010.

Diogenes 
No se si existe el termino “síndrome de Diógenes” en francés o Francia pero es lo que padezco, solo un poco. Según cuentan, Diógenes era un filósofo de la antigua roma que no poseía nada, comiendo cebollas de retiro en Atenas, un día llegó el emperador Alejandro Magno concediéndole un deseo, el filósofo respondió diciéndole que se apartase del sol. Apartando la anécdota, el síndrome guarda poca correspondencia con Diógenes, se refiere a la acumulación de cosas procedentes de la basura, como la típica vecina vieja loca del segundo que colecciona gatos y yo. Para mi la basura, siempre dentro de occidente europeo, me concede: comida, ropa, en ocasiones casa, muebles e incluso muchos objetos de 1ª, 2ª, 3ª y 4ª necesidad (ya sea televisiones, tocadiscos, cocinas, reproductores de CD, karaokes o videoconsolas por ejemplo). Dentro de estas últimas necesidades esta el material que utilizo para no aburrirme o bien entretenerme, siempre ojo avizor, escojo y llevo a mi casa con la esperanza de que se me ilumine la bombilla en los próximos días, sino estoy perdido, puesto que progresivamente iré acumulando más y más basura.
En una sociedad de consumo desmesurado y obligado, donde el nivel de vida y  dignidad se mide no solo por el dinero que tienes sino también por la cantidad de cosas que compras y cual es su calidad, cualquier objeto carece de importancia si hay uno un poco mejor, de otro color, con una forma más dinámica, marca más publicitada o simplemente nuevo. Nada se reutiliza, creo que sería un verdadero reciclaje, puede que la mejor manera de respetar el entorno no es tanto en la separación de vidrio y papel, que también, sino quizás moderar el consumo en todos los aspectos de la vida, como la frase que leí hace 10 años en una manifestación antiglobalización en Genova “piensa globalmente, actúa localmente”.
Todo se tira indiscriminadamente. A veces encuentro cartón y lo utilizó como soporte para pintar, pequeñas instalaciones o bien recorto letras dándoles volumen… pero hay quien hace casas. También cogí un rollo de metal adhesivo fluorescente con  una textura rugosa con el que hacen trazos en carreteras y utilizan en la vía pública cuando están en obras, yo solo cambié de contexto, envolví cosas rotas, abandonadas, en desuso, aquí hablo de lo mismo: ¿cuántas bicicletas hay olvidadas en parís?, ¿y televisores?, también estéticamente cambia completamente el objeto, pasa a ser una pseudo-escultura. Otra cosa que veo curiosa es la papelera que esta situada a 50 metros de la entrada en el interior de la universidad donde están acumulados todos los papeles propagandísticos que reparten un poco antes con esperanzas de concienciar a algún transeúnte, me pareció una buen lienzo para pintar en formato mosaico, como había visto anteriormente en la obra de un artista japonés pero con post-it, de esta forma conseguía distintos propósitos: no gastar dinero alguno, proponer una reflexión sobre gasto y malgasto de papel, hablar de censura y libertad de expresión puesto que son manifiestos políticos tapados por el personaje que susurra solo parte de este escrito a modo de lexipictograma (mientras metía la mano en la basura también me preguntaba si los militantes de la entrada repartían siendo conscientes de lo sucedía inmediatamente después de entregar el folleto, ilusionados quizá en que un mínimo porcentaje recolector accediera a la lectura) y por último poder transportarlo sin mucho problema. Así fue.
Veo distintas obras en la misma, dependiendo del momento de creación y observación. Por un lado la idea, concebirla; el llevarla a cabo en mitad de la calle, alguien realizando una actividad fuera de lo común en un espacio público que no sea el ayuntamiento (pintar, pegar, decorar, etc.), interviniendo e interfiriendo en lo “normal” del lugar, haciendo participe al público directamente en el propio acto en formato performance si es que así se entiende mejor; la intervención cualquiera en si misma el tiempo que permanezca, siempre efímera, este hecho le da distintos modos conforme transcurra el tiempo, cambiará de forma, color, tamaño, trataran de limpiarlo, arrancarlo, se lo llevará la lluvia, te detendrá la policía a mitad de realizarlo, etc. De esta manera habrá distintas visiones de lo mismo, incluyendo también la subjetividad de cada uno (desde el que le parece ensuciar la ciudad hasta el que lo ve como algo decorativo y enriquecedor culturalmente); hasta aquí lo inquietante e ilegal a veces, pero: ¿por qué pauta se rige?, ¿por qué es ilegal?, ¿arte urbano también es un edificio o un banco donde sentarse?, ¿cómo lo delimito? y claro esta, ¿es también arte?, por lo que siento, es la posibilidad de desarrollar la curiosidad creativa de la persona que lo realiza, forma de expresión personal o colectiva utilizando la calle como emplazamiento de publicación pero alejado hasta ese momento del que se entiende como “arte”, inmediatamente después hay un trabajo de documentación, este mismo sirve como acto artístico, incluso puede que la obra no signifique nada si no es por la foto o video posterior; o la persona ajena que archiva y da cuenta demostrando que existe algo que, haciendo la foto, al resto de personas de su entorno haciéndoles ver desde otra perspectiva, valorando y asimilando el espacio público de otra forma, dando así un sentido a esos garabatos o lo que sea.
Este propósito de documentar es el que yo creo que esta en la convención de “arte”, ya no es parte de un desahogo creativo sino que va más allá: a un catálogo, galería, exposición, Internet o como ahora hago yo presentarlo a un profesor en una institución. En definitiva transformando de alguna forma para conseguir darle credibilidad y justificar la acción legitimando así la intervención como algo artístico que quizás en su momento fue un acto espontáneo o rebelde por llamarlo de alguna manera. Mostrarlo como propio o no, editado, publicándolo. Sin esta fotografía o video del propio artista o del curioso ajeno, la obra dejaría de existir pero al estar traducida en otro formato, en otro contexto, cambia, no hablo de autenticidad u originalidad, sino del estatus de la creación: de expresión (por llamarlo de alguna manera) a “arte”. Por poner un ejemplo: las mascaras rituales africanas, esculturas talladas, etc. Consideradas “arte” solo fuera de su contexto original, en este caso África, cuando son catalogadas y publicadas por occidentales conocedores del “arte”, en Wikipedia, museos… y dando a conocer en este formato-contexto y no el de ritual, religioso, tradicional, espiritual, no se porque lo desconozco completamente ya que siempre lo observé desde este último punto de vista europeo. Este es el paralelismo, que aunque alejado en su aspecto ideológico de concepción de lo que de va a trabajar en la obra, ya que no es lo mismo realizar una escultura con intención vudú que otra para satirizar irónicamente en mitad de la calle, pero si encuentro similitudes que comparten al no estar dentro del ámbito mercantilista artístico comercial del arte.
ZeroAnodino, París 2010.

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